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Día 4: Entre tus orejas

¿Cómo es posible que un cerebro que pesa varios kilos, genere pensamientos que pesan toneladas?

Muchas veces nuestras luchas más grandes son internas; las voces que más nos afectan no son las que escuchamos de afuera sino las que tenemos todo el día en nuestra mente. Esta constante lucha entre todo lo que Dios dice de nosotros y lo que las mentiras que estamos acostumbrados a creer nos dicen.

“No eres suficientemente bueno”, “¿En serio crees que Dios amaría a alguien como tú?”, “Eres un caso perdido”. “Ayer viste pornografía ¿Y hoy estás orando? Qué hipócrita”… ¿Sentiste que le dimos al clavo con uno?

Esta es la batalla que sucede entre tus orejas, la batalla que sucede en tu mente.

En Juan 3:16, dice que Dios amó tanto al mundo, a ti y a mi que envió a Jesús para que todos tengamos vida eterna. Pero no se queda ahí. En el siguiente versículo (vs.17) dice que Dios no envió a Jesús a condenar al mundo, sino a salvarlo.

¡Esta es la verdad más grande! No hay condenación en Jesús. No hay nada que te aparte de su amor, ¿Pero por qué dejamos que algunos pensamientos nos hagan creer que si?

En Juan 8:1-11, encontramos una de las historias más asombrosas de la inexplicable gracia de Dios. Los fariseos, que eran los religiosos de la época, habían encontrado a una mujer en adulterio y querían aplicar la ley judía con ella, que permitía apedrearla como castigo.

Esta mujer se encontraba en el polvo, completamente expuesta, rodeada de voces llenas de condenación, listas para castigarla. Puedo imaginar que tal vez algo en ella sentía que se lo merecía y no esperaba que nadie la defendiera, pero en medio de todo el juicio, la voz de Jesús se alzó, y dijo: “…El que nunca haya pecado que tire la primera piedra”. De pronto todos comenzaron a dejar sus piedras en el suelo y a retroceder.

La Biblia dice que los primeros que retrocedieron fueron los de mayor edad hasta que solo quedaron Jesús y ella. Esto me hace pensar que lo mismo sucede con nosotros, una vez que la voz de Jesús interviene en medio de las voces de juicio y condenación, todas las mentiras van retrocediendo, desde las mayores, las que tal vez por años te han atormentado hasta que solo quedan Jesús y tú, su verdad y tú.

Y quedándose solo Jesús y la mujer, él le dice: ¿Dónde están los que te acusaban? ¿Ni uno de ellos te condenó? Ella responde: Ni uno. A lo que Jesús responde: Yo tampoco, ve y no peques más.

Jesús siendo el único que podía condenarla ahí, no lo hizo. Es más, le dio una mejor opción, la oportunidad de volverse a levantar y empezar de nuevo con un mejor enfoque. ¿Te imaginas lo que estaba pasando entre las orejas de la mujer? Tal vez esta era la primera vez que tenía la oportunidad de salir de la prisión en donde la condenación por sus errores la habían metido. Tal vez para ella era algo nuevo poder decidir qué voz escuchar.

Ahora te pregunto: ¿Qué voz tiene más volumen en tu cabeza? ¿Vergüenza y condenación? ¿O la verdad del amor de Jesús? Lee Romanos 8:31-39. No hay nada que te pueda separar del amor de Jesús, no hay condenación. Esto es una verdad y victoria absoluta. La condenación no viene de Jesús, tenemos un enemigo que lo único que puede hacer es envenenar nuestros pensamientos.

Recuerda:
Donde Jesús levanta su voz a tu favor no existe una voz de condenación que tenga poder sobre ti.

¡Esta es la verdad! Jesús ya pagó todo en la cruz por ti, así que todos esos pensamientos ¡son solo mentiras! Deja de darles poder. ¿Qué vida quieres vivir? ¿Una basada en las mentiras entre tus orejas o una basada en la voz de Jesús?
Escribe en un papel todos los pensamientos que te condenan y busca una verdad de la Biblia. Te ayudamos con una: Romanos 8:1.

Versículos:

“Esto significa que todo el que pertenece a Cristo se ha convertido en una persona nueva. La vida antigua ha pasado; ¡una nueva vida ha comenzado! 
Y todo esto es un regalo de Dios, quien nos trajo de vuelta a sí mismo por medio de Cristo. Y Dios nos ha dado la tarea de reconciliar a la gente con él. Pues Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo, no tomando más en cuenta el pecado de la gente. Y nos dio a nosotros este maravilloso mensaje de reconciliación. Así que somos embajadores de Cristo; Dios hace su llamado por medio de nosotros. Hablamos en nombre de Cristo cuando les rogamos: «¡Vuelvan a Dios!». Pues Dios hizo que Cristo, quien nunca pecó, fuera la ofrenda por nuestro pecado,[a] para que nosotros pudiéramos estar en una relación correcta con Dios por medio de Cristo.“ (2 Corintios 5:17-21 NTV)

“¿Qué podemos decir acerca de cosas tan maravillosas como estas? Si Dios está a favor de nosotros, ¿quién podrá ponerse en nuestra contra? Si Dios no se guardó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿no nos dará también todo lo demás?  ¿Quién se atreve a acusarnos a nosotros, a quienes Dios ha elegido para sí? Nadie, porque Dios mismo nos puso en la relación correcta con él. Entonces, ¿quién nos condenará? Nadie, porque Cristo Jesús murió por nosotros y resucitó por nosotros, y está sentado en el lugar de honor, a la derecha de Dios, e intercede por nosotros.“
¿Acaso hay algo que pueda separarnos del amor de Cristo? ¿Será que él ya no nos ama si tenemos problemas o aflicciones, si somos perseguidos o pasamos hambre o estamos en la miseria o en peligro o bajo amenaza de muerte?  (Como dicen las Escrituras: «Por tu causa nos matan cada día; nos tratan como a ovejas en el matadero»[a]). Claro que no, a pesar de todas estas cosas, nuestra victoria es absoluta por medio de Cristo, quien nos amó.
Y estoy convencido de que nada podrá jamás separarnos del amor de Dios. Ni la muerte ni la vida, ni ángeles ni demonios,[b] ni nuestros temores de hoy ni nuestras preocupaciones de mañana. Ni siquiera los poderes del infierno pueden separarnos del amor de Dios. Ningún poder en las alturas ni en las profundidades, de hecho, nada en toda la creación podrá jamás separarnos del amor de Dios, que está revelado en Cristo Jesús nuestro Señor.“ (Romanos 8:31-39 NTV)

“No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta.“ (Romanos 12:2 NTV)

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