Dios dio primero, y desde esa abundancia somos llamados a dar. Dar con gozo, sin esperar nada a cambio, desde cualquier lugar y con lo que tengamos en las manos. Servir como Jesús, con humildad y compasión, entendiendo que todo lo que hacemos por otros, lo hacemos para Él. Porque cuando entregamos, Dios multiplica, transforma corazones y nos permite ser parte de algo eterno mucho más grande que nosotros mismos.